2Os felicito porque siempre me recordáis y porque mantenéis las tradiciones como os las transmití.
3Quiero que sepáis, sin embargo, que el Mesías es cabeza de todo hombre, el hombre cabeza de la mujer y Dios cabeza del Mesías. 4Un hombre que ora o habla inspirado con la cabeza cubierta, abochorna a su cabeza. 5Una mujer que ora o habla inspirada con la cabeza descubierta, abochorna a su cabeza, porque eso y estar rapada es uno y lo mismo. 6O sea, que para estar destocada, que se pele; y si es vergonzoso para una mujer dejarse pelar o rapar, que se cubra.
7Es decir, el hombre no debe cubrirse, siendo como es, imagen y reflejo de Dios; la mujer, en cambio, es reflejo del hombre. 8Porque no procede el hombre de la mujer, sino la mujer del hombre; 9ni tampoco fue creado el hombre para la mujer, sino la mujer para el hombre. 10Por eso la mujer debe llevar en la cabeza una señal de sujeción, por los ángeles.
11-Sólo que en cristiano ni hay mujer sin el hombre ni hombre sin la mujer, 12pues lo mismo que la mujer salió del hombre, también el hombre nace por la mujer, y todo viene de Dios.
13-Juzgadlo a vosotros mismos: ¿está decente que una mujer ore a Dios destocada? 14¿No nos enseña la misma naturaleza que es deshonroso para el hombre dejarse el pelo largo, 15mientras a la mujer el pelo largo le da realce? Porque el pelo largo va bien con un velo.
16Y si alguno está dispuesto a discutir, sepa que nosotros no tenemos tal costumbre, ni las comunidades tampoco.
EXPLICACIÓN.
2-16. El trasfondo de esta instrucción de Pablo queda oscuro. Parece temer un feminismo exagerado entre las carismáticas de Corinto, que habría podido ser chocante y perjudicar a la fama de la comunidad. En la relación con Dios, el hombre, según Pablo, tiene cierta precedencia respecto a la mujer y ésta cierta dependencia del hombre. El orden sería éste: Dios-Cristo-hombre-mujer (3); consecuencia: ni el hombre puede llevar velo, impropio del que es libre, ni la mujer dejar de llevarlo, pues negaría su posición subordinada (4-6).
Explicación teológica (7-9), de la que deriva la exigencia de que en las reuniones las mujeres se cubran la cabeza con un velo, como signo de su dependencia respecto al hombre, querida por Dios (ángeles, modo de designar la presencia divina). (10).
El objetor, que representa el modo de ver de los corintios, se opone a Pablo: no es cristiano hablar de una dependencia o inferioridad de la mujer (así Pablo en Gál 3,28) (11-12).
Los argumentos con que Pablo intenta mantener su postura son flojos y vacilantes, apoyados en las costumbres de la sociedad griega (13-15) y tiene que acabar invocando el uso general (16).
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