martes, 13 de marzo de 2012

1 CARTA A LOS CORINTIOS. EL CUERPO RESUCITADO. 15,35-58.

 35Alguno preguntará: ¿Y cómo resucitan los muertos?, ¿qué clase de cuerpo traerán? 36Necio, lo que tú siembras no cobra vida si antes no muere. 37Y, además, ¿qué siembras? No siembras lo mismo que va a brotar después, siembras un simple grano, de trigo, por ejemplo, o de alguna otra semilla. 38Es Dios que le da la forma que a él le pareció, a cada semilla la suya propia.
          39Todas las carnes no son lo mismo; una cosa es la carne del hombre, otra la del ganado, otra la carne de las aves y otra la de los peces. 40Hay también cuerpos celestes y cuerpos terrestres, y una cosa es el resplandor de los celestes y otra el de los terrestres. 41Hay diferencia entre el resplandor del sol, el de la luna y el de las estrellas; y tampoco las estrellas brillan todas lo mismo.
          42Igual pasa en la resurrección de los muertos:
          se siembra lo corruptible, resucita incorruptible;
          43se siembra lo miserable, resucita glorioso;
          se siembra lo débil, resucita fuerte;
          44se siembra un cuerpo animal, resucita cuerpo espiritual.
          Si hay cuerpo animal, lo hay también espiritual, 45así está escrito: "El primer hombre, Adán, fue un ser animado" (Gn 2,7), el último Adán es un espíritu de vida. 46No, no es primero lo espiritual, sino lo animal; lo espiritual viene después. 47El primer hombre salió del polvo de la tierra, el segundo procede del cielo. 48El hombre de la tierra fue el modelo de los hombres terrenos, el hombre del cielo es el modelo de los celestes; 49y lo mismo que hemos llevado en nuestro ser la imagen del terreno, llevaremos también la imagen del celeste.
          50Quiero decir, hermanos, que esta carne y hueso no pueden heredar el reino de Dios ni lo ya corrompido heredar la incorrupción. 51Mirad, os revelo un secreto: no todos moriremos, 52pero todos seremos transformados en un instante, en un abrir y cerrar de ojos, al son de la trompeta final. Cuando resuene, los muertos resucitarán incorruptibles y nosotros seremos transformados; 53porque esto corruptible tiene ue vestirse de incorrupción y esto mortal tiene que vestirse de inmortalidad. 54Entonces, cuando esto corruptible se vista de incorrupción y esto mortal de inmortalidad, se cumplirá lo que está escrito: "Sucumbió la muerte en la victoria". "Muerte, ¿dónde está tu victoria?, 55¿dónde está, muerte, tu aguijón?" (Os 13,14). 56El aguijón de la muerte es el pecado, y la fuerza del pecado, la Ley. 57¡Demos gracias a Dios que nos da esta victoria por medio de nuestro Señor, Jesús Mesías!
           58Por consiguiente, queridos hermanos, estad firmes e inconmovibles, trabajando cada vez más por el Señor, sabiendo que vuestras fatigas como cristianos no son inútiles.

EXPLICACIÓN.

35-48.      No sólo para los griegos, cuya filosofía rechazaba la resurrección, sino también para los judíos, la calidad del cuerpo resucitado era una cuestión difícil. No lo es menos para Pablo. Sugiere respuestas tomadas de una y otra cultura. La analogía con la semilla era usada por letrados judíos (36-38).

                La medicina reconocía diferentes clases de carne, y la filosofía popular distinguía entre diferentes clases de cuerpos (39-41). De todos modos, la condición del hombre resucitado no es una continuación de su estado presente (42-44).

               El cuerpo animal es el soporte de la vida física (cf. Gn 2,7); el cuerpo espiritual será el soporte apto para la vida del espíritu. Los dos modelos, el primero y el segundo Adán; esta denominación equivale a la de "el Hombre/el Hijo del hombre" de los evangelios, la humanidad nueva, cuyo prototipo es Jesús (45-49).

             El cuerpo físico de esta vida (carne y hueso, lit. "carne y sangre") no es apto para la futura ni puede renacer (50). También en este pasaje (cf. 14,23) Pablo aparece influenciado por la escatología judía, que esperaba una resurrección general al final de los tiempos; Pablo cree en la inminencia del fin (cf. 7,29-31) (51). Victoria de la vida sobre la muerte. Cita libre de Is 25,8 y Os 13,14 (53-57). Exhortación al trabajo, con el ánimo que da esta fe (58).

            En resumen: la vida después de la muerte supone una transformación radical (35-38) que libera al hombre de las limitaciones de la vida orgánica (39-44a). El hombre, fruto de la tierra, está destinado con Jesús a trascender este orden cósmico (44b-49), quedando libre de las fuerzas de decadencia y muerte (50-57).          

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