Tal variedad de temas
no permiten un desarrollo sistemático, como es el caso de la carta a los
Romanos. Sin embargo, precisamente la variedad de sujetos tratados da ocasión a
que muchas concepciones teológicas de Pablo salgan a la superficie. Expongamos
las más actuales.
En primer lugar hay que subrayar la
importancia del testimonio de unión entre los cristianos, por encima de
partidismos (1-3) y aun del perjuicio económico (6,7). La unión es el testimonio
que ha de dar la Iglesia en un mundo dividido, y este testimonio puede exigir
sacrificios. Notemos la paciencia de Pablo con los que yerran, pues ni siquiera
amenaza de excomunión a los que negaban la resurrección; por el contrario, se
toma tiempo para enseñarles con paciencia y argumentos -no autoritariamente- lo
que concierne a la fe cristiana.
Ante una comunidad inmadura trata Pablo
de educarla, no de imponerse a ella. Muestra energía, pero no autoritarismo. Da
razones para que se convenzan de lo absurdo de sus partidismos (3,5-9), les
atribuye el papel de juzgar a un individuo indigno (5,12), les explica el
contrasentido de la fornicación (6,12-20), aduce argumentos para mostrar su
calidad de apóstol y su desinterés (9,1-18), explica su aparente oportunismo
(9,19-23), les inculca la necesidad de una autodisciplina para no invalidar la
fe (9,24-10,11), remitiéndose a su sensatez (10,15); expone sus argumentos,
bastante flojos por cierto, para oponerse a la libertad de las mujeres en las
asambleas (11,2-16); para evitar envidias y sentido de superioridad, explica la
naturaleza de la Iglesia con la imagen del cuerpo (12,12-31) y expone
largamente la utilidad relativa de los diferentes carismas (14,1-33).
Distingue cuidadosamente lo que es orden
del Señor y consejo suyo personal (7,10.12); en vez de dar órdenes, propone su
propio ejemplo (4,16; 10,33-11,1), y cuando se muestra enérgico, no es para
imponerse él, sino para llevar a todos a seguir a Jesús (3,21-23) o a evitar
costumbres que podrían neutralizar el testimonio (11,2-16).
Un punto de la mayor importancia es la
aceptación y aplicación del principio de la libertad cristiana. Siempre enseñó
Pablo la liberación total del hombre efectuad por Cristo y que el objetivo de
la libertad es el mutuo servicio por amor (Gál 5,1-13). Pero en esta carta se
le presentan casos concretos de su mal uso. Acepta plenamente el eslogan
corintio, quizá aprendido de él mismo, consecuencia de su doctrina de la
abolición del régimen de la Ley, pero lo pone en su verdadero contexto: la
libertad la da Cristo para que sea posible amar al prójimo sin trabas. Por eso
el uso irresponsable de la libertad, que se opone a la propia realización, no
es cristiano (6,12); lo mismo el uso que impide el crecimiento de los otros,
que los hiere, los turba o los extravía (10,23-11,1). La libertad cristiana es
total, pero está guiada por el sentido de la responsabilidad a sí mismo y a los
demás, pues su objetivo es el amor mutuo, ayudar a los demás a su crecimiento.
Esto está magníficamente expresado en el elogio del amor (13,1-13). El hombre
que no ejercita el amor hacia los demás, que no se siente responsable del bien,
de la realización de los demás, no tiene calidad por muchos dones que posea
(13,1-3). La estatura moral del cristiano no se mide por observancias, por
método de vida, por devoción o piedad, sino por la fe que se traduce en amor
(Gál 5,7); tal es la doctrina de 1 Cor. Vemos aquí la respuesta al inmoralismo
de que se acusaba a Pablo: el amor fraterno, como norma de vida, es mucho más
exigente y penetrante que cualquier observancia de código, según la doctrina de
Jesús mismo (Mt 7,12).
Sólo la libertad, fuertemente afirmada
por Pablo, permite olvidarse de sí para hacer bien a los demás en cualquier
circunstancia en que se encuentren (9,19-23). El que no es libre no puede amar
hasta el final.
En relación con la doctrina del amor y
la unión que penetra toda la carta, está la celebración de la eucaristía. Ésta,
como expresión y alimento del amor fraterno, resulta imposible cuando en la
comunidad se practica la injustica o se muestra desprecio (11,21-22). No es,
pues, la eucaristía para Pablo una devoción individual, sino una expresión
comunitaria, una presencia del Señor en medio del grupo cristiano, para
recordarle, por la proclamación de su muerte, el compromiso del amor universal
que profesa, y sostenerlo en él con la
eficacia del Espíritu.
Muy interesante también es la concepción
eclesiológica de la carta. La Iglesia es un cuerpo, cuyos miembros colaboran
entre sí ofreciendo para el bien común las capacidades que Dios les ha dado
(12,7.22-23). El papel de cada uno de los miembros, aún de los más importantes,
como los apóstoles, no es colocarse por encima de los demás, sino ayudarles a
pertenecer totalmente a Jesús (3,21-23). La dirección de la comunidad de
Corinto no está encomendada en esta época a individuos determinados, la Iglesia
va madurando a base de la colaboración de las diferentes aptitudes.
La vuelta de Jesús es considerada
inminente (7,29; 15,51); por esto se pide una actitud despegada respecto a la
realidad del mundo (7,29-31). Este consejo tiene, sin embargo, su validez
perenne: el valor supremo para el hombre es el reinado de Dios; todos los demás
le están subordinados.
Una palabra sobre los dones
carismáticos: la profecía (14,1-5.24), es decir, hablar o predicar inspirados
por el Espíritu es un carisma que responde a las necesidades de la comunidad
(14,3), sea para corregir abusos como para abrir horizontes. Hablar en lenguas
arcanas es un don dado para el bien del individuo (14,2.4), ejercitable a voluntad,
en que éste se expresa en una serie de sonidos ininteligibles para él mismo,
pero que a veces son reconocidos como una lengua por otros que lo entienden. En
ocasiones el que habla en lenguas se siente movido a pronunciar un mensaje en
voz alta, para la comunidad; en cuyo caso otro debería recibir la traducción
del mensaje (14,5.13).
Nadie pone en duda la autenticidad de
esta carta. Aunque algunos han querido ver en algunas secciones fragmentos de
escritos diferentes, sus tesis han sido efímeras.
El estilo de la carta es vivo,
pintoresco y claro.